Recentment homenatjat per la Nova, Valls Satorres continua aquest cicle amb un complet repàs a la vida i obra de Pérez Monllor. Inicia els seus estudis a La Nova amb el clarinet, desplaçant-se a Madrid el 1965 per ampliar els seus estudis al Reial Conservatori. Com violoncel·lista ha col·laborat en les orquestres Simfònica i Filharmònica de Madrid i Simfònica de la RTVE, entre d’altres. Membre fundador de la Gran Banda de Músics Valencians a Madrid i violoncel·lista de la Música de la Guàrdia Reial. Dedicat a l’ensenyança, ha impartit classes al Conservatori Municipal de Música Manuel de Falla d’Alcorcón. Ha rebut 12 premis i diverses distincions en el món de la Festa de Moros i Cristians. De la seva obra festera destaquen: «Pas als Maseros», «Ix el Cristià», «Farolero», «Als Cristians» o les recents estrenes de «La casa de las chirimías» i «Almeria, músic i fester».
“UN HOMENAJE A L’ENTRA DELS MOROS”

“La memoria histórica, como los buenos relojes,
necesita mecanismos de repetición.”
Santiago Grisolía
En la entrada de moros de la primavera de 1915, hace ahora cien años, se escuchaba «Uzúl el-msélmin», equivalente a «L’entrà dels moros», sin lugar a dudas la banda Primitiva dirigida por Camilo Pérez Laporta, padre del autor, interpretaba esta marcha mora, fechada en mayo de 1914 en San Fernando, junto a los Abencerrajes.
El repertorio de piezas a ejecutar por la referida banda en las fiesta de San Jorge de 1915, según el diario Heraldo de Alcoy era siguiente: “Le parisien», pasodoble G. Allier; «Le tromphe», pasodoble F. Popy; «Gorila», pasodoble A. Alberola; «De la terreta», pasacalle C. Pérez Monllor; «Arte y toros», pasacalle C. Pérez Monllor; «Uzul el M’Selmin» marcha mora C. Pérez Monllor; «El choclo», tango argentino, de L. Robert; «Sirena», polca J Jordá; «¡Maru!» Polca E. Pérez Monllor; «Tosca», marcha Puccini; «El fin de un artista», marcha fúnebre F. Soler; «Introducción y coro de La tempestad», R. Chapí; «Polonesa de concierto», C. Pérez Laporta.
Del estreno de «L’entrà dels moros» se dijo que pasó de puntillas, si bien en las veladas musicales de aquel año, que tenían por costumbre hacerse en los meses de verano, la Primitiva programó esta marcha mora en repetidas ocasiones y de esta manera lograr que se conociera mejor y enganchara. Finalmente quedó callada en los archivos. Dentro de este marco ha de considerarse que el autor fija en origen un tempo de 76 pasos por minuto, un novedoso tempo –partiendo de que Antonio Pérez Verdú ya precisa en su marcha mora «A-ben Amet», estrenada en 1907, un tempo de 88 pasos por minuto– diríamos que por su movimiento tranquilo, podría haber sido la causa o una de las causas de no haber sido aceptada, teniendo presente que en aquellos años, el pasodoble aún pintaba bastante en la entrada de moros.
Recordemos algunos sonados ejemplos: La Vella estrena en 1912, en la entrada de moros, el pasodoble de este mismo autor «El K’sar el Yedid», acompañando a la filà Llana; el mismo año que, posiblemente, la Nova hace escuchar el pasodoble «Mi Barcelona» de Julio Laporta Hellín con la filà Mudéjares, ya que su estreno había tenido efecto en septiembre del año anterior. Dos años después, esta misma banda interpreta por vez primera en el mismo acto, el pasodoble titulado «El miquero», también del maestro Laporta, y la Vella tenía en repertorio «Alma española», un inspirado pasodoble de Pérez Monllor.
Cumplido el primer cuarto del siglo XX parece que la marcha mora se está consolidando en el desfile vespertino, pero en esta floreciente y significativa implantación en la entrada de moros, suscita ligeras discrepancias debido a la lentitud que origina.
Concerniente a esta chocante polémica el semanario «La Lealtad», en las fiestas de 1918 hace el siguiente comentario: “…de algunos años a esta parte resulta el más deslucido de los actos. Creemos que algo contribuyen las bandas de música, que abusivamente, casi todas ellas, tocan lo árabe o imitación de éstos, cuyo aire es flemático y soñoliento”.
Antes, hasta llegar a ser conocida y aceptada «L’entrá del moros» en el ambiente festero, la Vella estrena o interpreta notables marchas moras: «La canción del harem» de Pérez Laporta, en sucesivos años; luego en 1920 «L’entrá de la kábila»; «¡Farolero!» en 1922, y «Els tres Capitans» en 1923, títulos todos de C. Pérez Monllor; más tarde, en 1926 «El negre del Tin» de Laporta Hellín y en 1928 el pas moro «Un moble més» también de este autor, este pas moro creó entusiasmo, llegando a ser casi de obligada ejecución, en la entrada de moros hasta que reapareció «L’entrà dels Moros».

«L’entrà dels moros» es una evocación a la fiesta alcoyana. Su incisivo y palpitante ritmo de timbales y otros útiles de percusión que abre la marcha mora, novedad que no se había dado antes y que será secundada después, ya pone en vilo al auditorio, el penetrante y repetitivo diseño melódico de tinte arabesco tocado por las chirimías, nos envuelve en una fantasía de inspiración oriental, las sonerías del metal se afianzan en esplendidas llamadas; temas, armonías, cadencias, ritmos, se avienen perfectamente, producen emoción e impregnan el ambiente. Un cortejo de ricas telas de colores, turbantes, chilabas y banderas se entremezclan con relucientes dagas, cimitarras, escudos y broqueles, junto a espingardas, mizallas, palanquines y carrozas, a más del pausado balanceo al marchar de una escuadra, cuyo cabo con ufano gesto, dibuja cadenciosos arabescos en el aire con su alfanje, son estampas harto descriptivas hacinadas en la memoria del maestro que asomaran sin dilación en una afortunada fantasía sonora, desde aquella lejana ciudad de San Fernando, en esta marcha mora.
Hoy por hoy, el nombre de Camilo Pérez Monllor significa mucho para el aficionado, es una figura verdaderamente importante, no solo por lo que representa su música en la fiesta alcoyana, sino en otras ramas de su quehacer musical. Su obra se nos aparece como un compendio, como una culminación plagada de las influencias que recibió de Andalucía y Norte de África.
Entre 1898 y 1918, aproximadamente, estuvo al frente de la banda de música del I Regimiento de Infantería de Marina del Tercio Sur en San Fernando. Sin embargo en 1911 en Nador (Larache) campamento de “Sidi-Aissa ben el Kasem”, pasó la primera parte del compromiso de dos años que era obligatorio, para los Músicos Mayores, cumplir en África, al frente de la banda de música del Batallón Expedicionario. Son años de actividad en los que conviven varios de sus éxitos más significativos. Precisamente en el citado campamento compone algunas de sus piezas y recopila cantos populares del lugar: Así pues, encontramos el inédito pasodoble titulado “El K’sar el Kebir”, en español “Alcazarquivir”, fechado en noviembre de 1911, y dedicado A. S. M. El Rey Don Alfonso XIII. Esta partitura, en una cuidada encuadernación con cubiertas rojas y título y dedicatoria en oro, se conserva en la biblioteca del Palacio Real en Madrid.
Camilo Pérez Monllor, era muy estimado en San Fernando. Es el primer músico que compone marchas para la Semana Santa Isleña. Marchas que siguen siendo hoy un referente, «Pange Lingua», «Sacris Solemnis», «Mater Dolente», «La Vera Cruz», (grabada en cedé, por la Banda Unificada de San Fernando), «La Divina Pastora» (grabada en cedé por la Banda Municipal de Sevilla), y «La Verónica», junto a «Corpus Christi», «Santa Cecilia» y «La Virgen del Pilar».

Sabido es, que en esta ciudad gaditana compone parte de sus más celebradas piezas para las fiestas de San Jorge, aquí escribe igualmente, el poema sinfónico «La cueva de Montesinos» inspirado en El Quijote; «Himno a Cervantes». El 27 de julio de 1915 se convoca un concurso musical a nivel nacional para la composición de un himno a Cervantes, el premio se establece en 3000 pesetas, el texto le fue encargado al alcoyano Gonzalo Cantó, el himno debía estar escrito para un coro al unísono y sujetarse a una extensión de voz adecuada para ser cantado por el pueblo. El jurado calificador formado por Joaquín Laregla, Ricardo Villa, Antonio Fernández Bordás, Emilio Vega y Conrado del Campo, bajo la presidencia de Emilio Serrano, examinó las 35 partituras presentadas, acordando no conceder el premio por estimar que las obras eran ciertamente difíciles para ser cantadas por una masa coral amateur, no obstante, se consideraron dignos de mención honorífica cinco himnos presentados por Abelardo Bretón, Emilio Alonso, Julio Gómez, José L. Lloret y Camilo Pérez Monllor.
Luego vino el «Himno a Canarias» y «Capricho Español», un estilo de capricho o fantasía sobre aires nacionales lleno de afecto y sencillez. La revista musical madrileña “Harmonía” de octubre de 1916, muestra en portada una fotografía de Pérez Monllor, y en su interior una biografía del mismo y a continuación añade “…el “Capricho Español”, que hoy publicamos compuesto para Harmonía, es una bella página, primorosamente instrumentada, fiel reflejo de su especial modo de hacer, debido al cual sus obras son populares en las bandas hace ya muchos años”.
Esta obra que la Vella ofrece por primera vez en concierto en la Glorieta el 14 de julio de 1917, fue pieza obligada en el Concurso Regional de Bandas de Música civiles de Pamplona en el año 1918.
En la mencionada revista del mes de julio de 1918 podemos leer: “…La obra obligada para las bandas del grupo B fue “Capricho Español” de Pérez Monllor…”
“…El “Capricho Español” fue muy bien interpretado por las bandas del citado grupo B; oyéndose nutridas salvas de aplausos a la terminación de la obra, y calurosos elogios a su autor, por lo que felicitamos a nuestro querido amigo Sr. Pérez Monllor”.
Granada ha admirado e inspirado a numerosos músicos, el maestro Pérez Monllor en ella se inspiró y en sus conocidas “granadinas” para componer, aunque fechado en 1912 en Alcoy, su pasodoble «El K’Sar el Yedid», que en la capital andaluza se le conoce como «Alhambra» y que podemos escuchar con este título en una grabación en cedé por la Banda Municipal de Granada, y también en su página Web. Conocidos compositores emplearon estos mismos cantos populares, Rafael Calleja y Tomás Barrea en su “Adiós a Granada”, magnifica canción perteneciente a la zarzuela “Los emigrantes” cantada por reconocidas voces internacionales, de entre ellas, dos magistrales interpretaciones, una de Victoria Ángeles y otra de Patricia Petibon. Del mismo modo el ruso Dimitri Shostakovich deja escrita para voz y piano su también “Adiós Granada”; al igual que Joaquín Nin en su “Granadina” y Evaristo San Miguel en el pasodoble “La oreja de oro”.
En mayo de 1919 deja las tierras andaluzas al ser destinado a la banda de música de Infantería de Marina de Cartagena. Fortuitamente en esta ciudad, realiza en 1920 Pérez Monllor su primera Semana Santa, y es protagonista de una curiosa anécdota. El historiador Alfredo García Segura, en su libro “Músicos en Cartagena” nos la cuenta:
“Dirigía la Música de Infantería de Marina cuando, al terminar la procesión del Miércoles Santo del año 1920, regresaban al Arsenal Militar el trono de San Pedro Apóstol portando el gallo, y sucedió que, al entrar en el recinto militar, los portapasos que a hombros lo llevaban lo balancearon tanto que el capataz temió que se desprendiera la simbólica gallinácea y, a modo de aviso empezó a gritar desaforadamente “¡el gallo, el gallo!”. Era tanta la insistencia del capataz, coreado por sus ayudantes que, el maestro, creyendo que pedían música, se “arrancó” haciendo tocar de memoria a sus músicos el pasodoble “Gallito” que ya por aquellas fechas era popular”.
Desde entonces ha quedado como una tradición interpretar el citado pasodoble, después de la procesión del Miércoles Santo.
En el tiempo en que Pérez Monllor era director en la nombrada banda de música, había en plantilla un clarinetista llamado Eduardo Lázaro Tudela. Una vez más Alfredo García Segura nos relata otra anécdota:
“En un determinado pasaje de la obra que había en atriles, la cuerda de clarinetes, ante la dificultad de la ejecución y por miedo a que se notaran los fallos, tocaba sin fuerza, sin decisión. El director, que era Camilo Pérez Monllor, les llamó gallinas. Eduardo, respetuosamente rechazó la palabra insultante y dijo que no la admitía. El Músico Mayor le contestó que esa postura tenía que mantenerla con el instrumento y eso fue lo que hizo en solitario tocando admirablemente el pasaje que había provocado el conflicto. Al terminarlo, el director continuó el ensayo diciendo: Adelante, señores y repito, gallinas todos, menos Eduardo”.
Vamos a intentar concluir imaginando que el afecto de Camilo Pérez Monllor por su ciudad natal, es algo que tuvo en todo momento en el pensamiento allá donde estuviera. Soñaba, sí, con Alcoy. Toda su única ilusión era volver a Alcoy. Vivir en Alcoy. Morir en Alcoy. Lo último le fue negado.

Murió en Madrid en su domicilio de la calle Fernán González nº 17, un día 4 de enero de 1947, e inhumado en el Cementerio de la Almudena, en la mañana del día 5 (meseta tercera, cuartel 24, manzana 21, letra A, cuerpo 2), en este camposanto descansan en la actualidad sus restos mortales.
Casualmente una fecha muy entrañable y querida para todas las alcoyanas y alcoyanos, al atardecer de ese día, la Vella, la banda que llevó siempre en su corazón, haría sonar «L’entrà dels Reis», el pasacalle del maestro que glosa desde hace más de un siglo la entrañable fiesta de los Reyes Magos, el sentimiento y el hondo pesar por su pérdida se haría notar en aquel señalado día en las calles de Alcoy.
A los pocos días de fallecer, la Sociedad Apolo, la Corporación Musical Primitiva y la filà Abencerrajes celebraban un solemne funeral por su eterno descanso en la Real Parroquia de San Mauro y San Francisco, interpretándose en los Oficios, el Réquiem de Lorenzo Perosi, con la participación de las Capillas de música Santa Cecilia, Nueva del Iris y Primitiva.
JOSÉ MARÍA VALLS SATORRES
Alcoy- Madrid, febrero de 2015
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