Recuperamos la crónica publicada por el periódico El Nostre en su edición del pasado martes 28 de febrero y escrita por Miguel Carrión con motivo del pasado concierto de la banda Música per als versos, versos per a la música dirigido por Eduard Terol i Botella celebrado el pasado 12 de febrero en homenaje al escritor y poeta Joan Valls en el Teatro Calderón. Las fotografías son obra de Elías Seguí cedidas para la ocasión por Juan Javier Gisbert Cortés.
El pasado domingo 12 de febrero, una ovación de gala cerró una ocasión única, una representación en la que, en una fusión singular de esfuerzos, la Corporació Musical Primitiva d’Alcoi, las corales Polifònica Alcoiana, Grupo Cantores de Alcoy y el Cor Veus Blanques d’Alcoi, y los recitadores Juan Javier Gisbert y Pepa Botella de Castanyer, nos ofrecieron una sesión matizada, sensible, llena de detalles y que será recordada por todos los asistentes como histórica.
Se abre así, de manera extraoficial, los actos destinados a conmemorar el centenario del nacimiento del que fue uno de los mejores poetas nacidos en esta ciudad, Joan Valls i Jordà, polígrafo que, a través de sus obras, contribuyó a engrandecer su villa y su lengua natal. No me atreveré a hablar del gran autor, pues voces más sabias han hablado y lo harán a lo largo de este año; sólo reseñar que, a través de sus obras de teatro, poemas y escritos, ha pasado a la historia como uno de los grandes alcoyanos del siglo XX.
En la representación, y a través de la fusión de dos de las grandes pasiones del escritor, se nos mostró una visión diferente del mismo: El Sr. Valls era un gran amante de la música en general, y particularmente aficionado a otro grande, el compositor Richard Wagner, y esto justifica la inclusión en el programa del único poema que no fue escrito por él: Tannhäuser, escrito por Heinrich Heine y bellamente traducido al valenciano por el poeta Francesc Pou; este poema, en el que se basó el músico de Weimar para componer su ópera homónima, cuenta el encuentro entre el caballero Tannhäuser y la diosa Venus, después de que el primero haya ido a Roma a pedir clemencia al Papa Urbano IV por las tropelías cometidas durante su estancia en la casa de la diosa. Javier Gisbert fue un Tannhäuser suplicante pero firme, que suplicó a la gran diosa su beneplácito para partir, algo que ella, encarnada en la gran Pepa Botella, no veía con buenos ojos: así, esta intentaba convencerle sobre la conveniencia de no partir, de permanecer junto a ella en ese edén de placeres sin fin… Pepa estuvo unas veces melosa; otras, lisonjera; otras, finalmente arrebatadora; sin embargo, no consiguió romper con la firmeza del caballero.
La amistad personal de los dos recitadores con el escritor se vio reflejada en el cariño con el que ambos nos hicieron disfrutar con las Elegías a la muerte de Gonzalo Barrachina y la Lauda a Gonçal Barrachina, llenas de un pesar sereno por la muerte del amigo. La Canço de Mariola, un conjunto de imágenes llenas de melancolía, fue sabiamente desgranada por la pareja de recitadores, quienes fueron capaces de trasmitir todo el sentimiento que el poeta incluyó en sus estrofas.
La Òpera alcoiana aportó la pincelada bufa, con la historia de las dos turistas nórdicas buscando una representación musical en la canícula estival alcoyana. Por otra parte, La Despedida de Abú Abdalà resultó impresionante, con el dolor del mencionado aflorando por la pérdida de Granada.
Pepa Botella de Castanyer estuvo magistral, demostrando con voz firme su maestría en el arte de la declamación. Elegantemente vestida de negro, su figura menuda llenó el teatro en cada uno de sus pasajes, con un fraseo y una potencia impresionantes y memorables. Por su parte, Javier Gisbert, el Embajador Moro, con dicción impecable, nos encantó en cada una de sus intervenciones, siendo capaz de matizar y dar un perfil diferente a cada uno de los poemas recitados.
Mención aparte merece el magnífico trabajo realizado por la Corporació Musical Primitiva d’Alcoi, y su director actual Eduard Terol i Botella: la sorpresa que causó la obertura de Tannhäuser y lo grandioso de sus bien conocidos pasajes; la sutileza de los cuatro cuadros mostrados en la pieza Ecos levantinos, o en la descripción de La madrugada; la ampulosidad del Moro de Granada; y el acto final, el Prec a Sant Jordi, con toda la masa coral cantando junta, que fue el perfecto colofón a una noche mágica.
En resumen, una sesión perfecta, solo en parte ensombrecida por el fallo en la proyección del audiovisual preparado con fotos del poeta en diferentes etapas de su vida (seleccionadas por el director del Archivo Municipal Josep Lluís Santonja), y que debía ser visto al mismo tiempo que los recitadores y la orquesta hacían su trabajo. Muchas de las fotos eran inéditas hasta la fecha, pues pertenecían a los álbumes familiares del vate, y que se encuentran actualmente depositados en dicho Archivo Municipal.
Una noche para recordar, un comienzo perfecto para los actos del centenario del nacimiento del poeta Valls, y que deseo de corazón que sean tan memorables como el que tuvimos la suerte de atender.
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